Cualquier viaje a España puede tener muchísimas opciones de lugares a visitar, monumentos imperdibles y también comidas a probar. Pero en todas las alternativas que uno pueda imaginarse, seguramente hay un tip que se repetirá: hay que comer jamón ibérico.
Ahora, siendo ajenos a ese país, puede suceder que nos vendan “gato por liebre”. ¿Cómo saber si lo que estamos probando es verdaderamente jamón ibérico y no alguna otra variedad?
El encargado de dar respuesta a la duda es Manuel Maldonado, director general de Ibéricos Maldonado, una productora que se dedica de forma exclusiva a productos derivados del cerdo ibérico puro y de bellota.
Lo primero que hay que saber es que este jamón se elabora a partir del cerdo ibérico, que es el producto más exclusivo de la gastronomía española, ya que el animal no se encuentra en ninguna otra parte del mundo. La diferencia fundamental, explica Maldonado, es que en la famosa pata de jamón, que tan tentadora se ve, se conservan el 100% de la piel y del tocino que el cerdo acumuló. El objetivo de esto es preservar la calidad y todos los componentes grasos y oleicos para que queden en el jamón.
Además, al conservar la piel, se protege al alimento de agentes externos más efectivamente.
La esencia de lo que el cerdo elaboró en su proceso de crianza queda dentro del jamón. Así se logra un sabor más largo, untuoso, persistente, sutil y delicado, con una textura más fina y elegante.
Con información de Gastroactitud