Algunas nos suenan más conocidas, como las Malbec o Merlot. Otras quizás jamás las escuchamos mencionar, como las Mouverdre o Garnacha. Lo cierto es que en todo el planeta hay más de 3.000 variedades de uvas y un buen porcentaje de ellas son aptas para hacer vino.
Entre los tipos “raros”, dentro de las blancas podemos encontrar la Grüner Veltliner, una variedad muy representativa en Austria cuyos vinos son de mucho cuerpo y acidez acentuada. En Argentina podemos encontrar el Norton Grüner Vertliner cosecha 2018 (se consigue a unos $450). Una colega es el Albariño, oriunda de Galicia y ya cultivada en Mendoza. Es una variedad aromática que da vinos de elevada acidez y con frescura bien lograda. Uno que tenemos en nuestras tierras es Las Perdices 2018 (se consigue a unos $534).
También dentro de las blancas está la Fiano, italiana de Sicilia, que genera vinos con cuerpo y tensión. En nuestras vinotecas y supermercado vemos la línea Críos de Susana Balbo y Santa Julia Innovación (cuya cosecha 2017 se consigue a unos $250).
Pasando a las uvas tintas, el sur de Francia y España son zonas de cultivo de donde salen algunos tipos no comunes para nosotros. Una clase es la Mouverdre, una variedad de mucho cuerpo y frescura. De ella surge un rosé de nuestro mercado: el Alma Gemela Mourvedre (cosecha 2018, $500). También ubicamos el tinto Ver Sacrum Monastrell (2017, $600).
También en la zona mediterránea se encuentra la Garnacha, la cual da vinos de buena frescura y taninos moderados. Aquí las encontramos en Los Cardones Tigerstone Garnacha cosecha 2015 (conseguible a unos $650), Desquiciado Garnacha 2017 (alrededor de los $300) y Pala Corazón Maceración Carbónica Garnacha 2017 (también en el orden de los $300).
Otra italiana rara para nosotros es la Montepulciano, que aquí podemos consumir gracias al Durigutti Proyecto Las Compuertas cosecha 2018 (cuesta unos $450). Tiene un estilo delgado y es de sabor intenso.
Con información y fotos de Vinómanos