En una constante búsqueda de nuevas propuestas y sensaciones y como respuesta a una demanda creciente de parte de los consumidores, hace más de una década que los vitivinicultores y enólogos argentinos desafían la tradición y apuestan a nuevos terroirs ubicados en zonas de lo más diversas y fuera de las regiones más conocidas. Buena parte de esas iniciativas resultaron sumamente exitosas y hoy se consolidan como zonas alternativas para la producción de vinos con carácter y personalidad, representativos del lugar que les da origen.
La sommelier internacional y docente Marisol de la Fuente propone una recorrida por estas nuevas zonas vitivinícolas, cuenta cuáles son los vinos imperdibles en cada una y propone maridajes con platos típicos de cada región. Un plan perfecto para quienes tengan planeado recorrer nuestro país estas vacaciones de invierno y durante el resto del año y deseen añadir un plus a la clásica lista de actividades visitando bodegas y viñedos y degustando etiquetas y variedades distintas a lo conocido. Y, desde ya, un desafío imperdible para los consumidores más curiosos, siempre atentos a las novedades en materia de sabores, aromas y experiencias.
La consolidación de los vinos entrerrianos
La tradición vitivinícola entrerriana se vio fuertemente afectada por la Ley Nacional de Vinos, que prohibió la producción y comercialización de vinos en distintas regiones del país, a excepción de Cuyo. Luego, a mediados de los 90, una nueva ley volvió a impulsar a la actividad en todo el país y, gracias a ello, desde hace una década distintos establecimientos pequeños y jóvenes comenzaron a explorar las potencialidades de los terroirs de Entre Ríos volviendo a instalar a la provincia en el mapa de la vitivinicultura local.
Así, la industria vitícola entrerriana viene consolidándose año a año con vinos que se imponen con personalidad propia. Con fuerte impronta artesanal, en las costas de los ríos Paraná y Uruguay se elaboran etiquetas de gran calidad, algunas de las cuales han llegado a posicionarse entre las mejores del mundo. Marisol de la Fuente destaca al Tannat, el Merlot, el Malbec, el Syrah, la Marselan y la Chardonnay entre las variedades que mejor se adaptan.
“La mayor concentración de bodegas entrerrianas se da en Colón, Victoria y Gualeguaychú, siendo el Tannat una de las variedades más destacadas por la cercanía con Uruguay y el asesoramiento de los expertos del país vecino en este varietal. En general, se trata de vinos suaves y frutados, agradables al paladar, con buena acidez y poco alcohol, característicos de una región con clima húmedo y con buena insolación”.
En cuanto a los maridajes, la experta recomienda probar el Tannat, con sus notas intensas y perfumadas, junto a pastas con salsas fuertes como ragú o unos spaghetti arrabiata. Esta variedad también acompaña quesos curados de cabra y oveja, quesos azules no muy maduros, y ahumados o fermentados fuertes. Imperdible degustar un Tannat junto a un buen asado criollo, tan típico de la región.
Quienes prefieran los blancos, no pueden dejar de combinar el Chardonnay entrerriano con un dorado a la parrilla o una boga a la pizza.
Dos zonas emergentes de la provincia de Buenos Aires
Buenos Aires no estuvo exenta de la prohibición de la vitivinicultura que trajo aparejada la Ley Nacional de Vinos, que obligó a erradicar los cultivos en el sudoeste bonaerense. Sin embargo, años después de su derogación, hoy son muchas las bodegas que apuestan a la provincia como región productiva, afrontando, entendiendo y aprovechando las características tan particulares de sus terroirs. Hoy, dos nuevas zonas que emergen con fuerza en la provincia son Chapadmalal y Tandil.
Chapadmalal está ubicada en el Partido de la Costa, cerca de la ciudad de Mar del Plata y solo 35 msnm. La zona cuenta con agua suficiente para agricultura seca, fuertes vientos provenientes del Atlántico y una temperatura naturalmente fresca. Las precipitaciones anuales son más elevadas que en las regiones tradicionales, pero inferiores a muchos otros importantes terroirs ubicados fuera del país en los que esa característica climática no fue impedimento para el desarrollo de zonas de excelencia.
“Al ser zona de uvas de clima frío, mi recomendación es un Pinot Noir o un Riesling, dos cepas que desarrollan muy bien su potencial en este tipo de regiones. Ambas variedades resultan ideales para acompañar recetas basadas en mariscos y pescados, sugiero probarlos junto a una picada de mar. El Riesling, además, es un buen compañero de platos picantes o con salsas dulces al estilo salteados de comida china, su acidez acompaña bien incluso en platos con un poco más de grasa como los embutidos de una tradicional picada criolla”.
Otra región bonaerense que viene imponiéndose es Tandil. Para la experta, se trata de una zona con gran potencial dado su clima y su suelo tan particulares, que dotan a los vinos de características distintivas: una acidez natural elevada, bajo alcohol, suavidad y tomabilidad.
“Climáticamente, Tandil es comparable con Saint Emilion, en Francia, ya que posee una gran amplitud térmica, estaciones bien marcadas que permiten buen desarrollo de la uva y la posibilidad de trabajar en secano, sin riego, para producir buenos vinos”.
La bartender y sommelier internacional destaca especialmente el Cabernet Franc, que se da intenso y fresco. Ideal para combinar con una picada de embutidos y quesos locales.
Así en Córdoba como en Burdeos
En la provincia de Córdoba, la vid debe acomodarse a convivir con hierbas, insectos, hongos, pájaros, liebres y ovejas. Hay mucha vida alrededor de los viñedos lo que exige a los bodegueros buscar el equilibrio en la complejidad del sistema. Sin embargo, en Córdoba abunda el agua, con su sistema de acequias, y los suelos ofrecen buenas pendientes, son profundos y bien drenados.
En las Sierras Chicas, Traslasierra, Calamuchita y Punilla se elaboran buenos Malbec, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir e Isabella, entre otras cepas, destacándose las producciones de San Javier, Yacanto y Colonia Caroya.
“Córdoba recuerda a las tierras de Burdeos. Hay algunas zonas de la provincia que comparten ciertas características con esa región francesa en cuanto a la composición, estructura, topografía del suelo y régimen pluvial. Y aunque hay diversidad de varietales, recomiendo probar vinos de Isabella, una uva que sólo se cultiva en esta provincia”.
A la hora de crear maridajes sorprendentes, la periodista y sommelier internacional recomienda apostar por un rosado de Isabella para acompañar tapas y patés, al tiempo que asegura que esta cepa también es ideal para consumir como aperitivo.
Otro imperdible cordobés que invita a jugar con los sentidos es el combinado de embutidos caroyenses con vinos de la zona.
Pinot Noir, la estrella neuquina
Hace varias décadas que la provincia de Neuquén elabora vinos de gran personalidad, pero recién en los últimos años comenzaron a difundirse entre los consumidores. Los suelos de excelente calidad para el desarrollo de la vid, una amplitud térmica de más de 20º y las escasas lluvias se suman al clima frío y fuertes vientos, que favorecen la sanidad natural de los viñedos. En esa zona la superficie cultivada se encuentra ubicada a baja altitud, pero la temperatura desciende como consecuencia de la latitud, que ejerce un efecto compensatorio.
Las del Alto Valle, puntualmente San Patricio del Chañar y Añelo, son las regiones con mayor potencial, al punto que en los últimos años los viñedos de este valle han crecido sin cesar en extensión e importancia. Dentro del enorme abanico de propuestas patagónicas, Marisol de la Fuente destaca el Pinot Noir, que desarrolla todo su esplendor en Neuquén, especialmente en San Patricio del Chañar. Otras variedades que se dan muy bien en la provincia son el Merlot y el Malbec.
Patagonia
“Quien visita el Alto Valle neuquino debe probar su Pinot Noir, un vino delicado pero con potencia como para acompañar a la perfección un salmón a la crema, un atún grillado o un pollo a las brasas acompañado de vegetales”.
La intensidad de los vinos tucumanos
En la provincia de Tucumán, puntualmente en las localidades de Amaicha del Valle y Colalao del Valle, se ha ido desarrollando una interesante ruta vitivinícola de más de 100 kilómetros que sorprende por sus paisajes y por la calidad de los vinos que allí se elaboran.
Los suelos arenosos y pedregosos y la gran amplitud térmica se traslucen en vinos expresivos del terroir, de gran concentración de aromas, sabores y colores. La reina indiscutida de Tucumán es el Torrontés, pero también se dan muy buenos Malbec, Cabernet Sauvignon, Tannat, Cabernet Franc, Petit Verdot y Criolla.
“Estos vinos del Valle Calchaquí tucumano se destacan por su intensidad. Entre mis preferidos están los Malbec porque allí la cepa muestra una personalidad única en vinos que resultan ideales para acompañar guisos o carnes de caza. Y si elijo un blanco me inclino por el Torrontés, en maridaje con unas ricas empanadas locales”.
Chubut y sus propuestas únicas
La provincia de Chubut cuenta con los viñedos más australes del mundo. Como pequeños oasis y a orillas de grandes ríos, emergen emprendimientos bodegueros que se destacan por sus Pinot Noir, Merlot, Chardonnay, Malbec y Torrontés.
En regiones como el Valle del Río Pico, el Valle 16 de octubre, Comarca Andina, Piedra Parada, Paso del Sapo, Los Altares, Sarmiento y el Valle Inferior del Río Chubut, se ubican unas 87 hectáreas de viñedos, comandados por una veintena de productores.
“Trevelin IG, Paso del Sapo y Sarmiento son las zonas que vienen desarrollándose con más rapidez en esta región, que es la más nueva de la Argentina. Los vinos de Chubut tienen muy buena acidez natural, y dada la gran amplitud térmica de la región, son frescos y a la vez de gran complejidad. Además, la variedad de suelos se traduce en un amplio abanico de estilos”.
Entre los maridajes más interesantes, la periodista especializada en vinos recomienda maridar vinos con chocolates de acuerdo a su intensidad, la frescura del vino acompaña bien la textura cremosa de un chocolate con leche.
Expresividad y elegancia norteñas
Además de surcar tierras tucumanas, los Valles Calchaquíes atraviesan las provincias de Salta y Catamarca. Esta región se caracteriza por sus tintos con carácter y su inconfundible Torrontés. Los viñedos se ubican desde los 1.700 msnm hasta los 3.100 msnm, siendo uno de los puntos más elevados en el mapa vitivinícola mundial. Allí se asientan una veintena de productores que desafían las complicaciones de la región -como el menor rendimiento de los viñedos, la falta de infraestructura y los altos costos-, apostando a las características distintivas de los terroirs y a sus vinos de gran expresividad aromática, buen color y sabor.
El clima seco y de gran insolación se combina con las frías noches, ofreciendo una gran amplitud térmica que favorece la elaboración de tintos briosos y potentes y de blancos elegantes. A las clásicas propuestas de la región -Malbec, Cabernet Sauvignon y Torrontés-, hoy se suman variedades como Sauvignon Blanc, Tannat, Bonarda, Syrah, Barbera y Tempranillo, entre otras.
“El maridaje de los vinos de los Valles Calchaquíes con la gastronomía local nunca falla. Recomiendo probar su aromático Torrontés junto a una humita o locro norteño”.
La Rioja sorprende con nuevas variedades
Lindantes con la Cordillera de los Andes, los valles paralelos de La Rioja se erigen como oasis productivos únicos dadas las condiciones climáticas y geográficas. El clima es caluroso y seco, pero la región cuenta con diversas áreas con microclimas muy particulares y diferentes alturas y suelos aluvionales, una particularidad que los enólogos han sabido aprovechar elaborando vinos de altísima calidad y gran diversidad.
La mayor superficie cultivada se encuentra en los Valles de Famatina, al oeste de la provincia. Si bien el Torrontés riojano con sus notas florales sigue siendo la estrella del lugar, los que se elaboran actualmente se distinguen por su frescura, y se pueden encontrar grandes Chardonnay representativos del terroir. Entre las variedades tintas, en tanto, se destacan el Malbec, el Cabernet Sauvignon, Bonarda y Syrah. Y una mención aparte merecen los Tannat y Cabernet Franc, que se utilizan tanto para varietales como para vinos de corte.
“Mientras que los tintos se caracterizan por sus colores intensos y su riqueza aromática y gustativa, con taninos maduros, en los blancos están muy presentes las notas florales y frutales. Mi sugerencia es maridar el clásico torrontés riojano con unas empanadas, un clásico de la provincia”.
Para quienes quieran profundizar en el conocimiento de los vinos argentinos, Marisol ofrece capacitaciones presenciales y dicta cursos online en vivo y cursos gratuitos a través de su página web www.solsommelier.com.ar.
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