Chandon Argentina nombra a Ana Paula Bartolucci como Chef de Cave
Con una mirada puesta hacia el futuro, la bodega líder en espumosos en nuestro país pone al mando a la joven enóloga que viene trabajando hace 6 años en la compañía.
Leer másEn el Pasaje Anasagasti, una calle escondida de Palermo con encanto propio, se levanta una casona de estilo inglés declarada Patrimonio Histórico de la Ciudad que data del año 1927. Allí, Anasagasti celebra su décimo aniversario con una propuesta que sigue creciendo: tres pisos, tres experiencias diferentes (bar, restaurante y omakase) que invitan a descubrir distintas formas de disfrutar la noche porteña, además de una estructura especialmente preparada para realizar eventos sociales y corporativos a medida.
“Desde que abrimos, nuestra búsqueda siempre fue ofrecer algo distinto, mantener viva la curiosidad y generar nuevas formas de encuentro”, cuentan Nicolás Garófalo y Nicolás Pastore, amigos y socios fundadores. Y eso se refleja en cada rincón de esta casa que combina historia, calidez y renovación constante.
El bar: punto de partida de la noche
En la planta baja, el bar conserva la esencia original del proyecto: un ambiente íntimo, con madera, luz baja y el aire elegante de los clubes londinenses. Anasagasti siempre se destacó por su impronta en la coctelería de autor: craft cocktails, con ingredientes únicos y combinados de forma renovada.
Por ejemplo, entre las creaciones propias se destacan tragos como Sandro (dos tipos de gin, pomelo rosado, almíbar de rosas y licor de cerezas con un toque de Ramazzotti Rosato), Dulce Victoria (whisky escocés, dulce de leche, jugo de lima y laurel) o Napoleón, uno de los clásicos de la casa, con cognac, whisky, Drambuie y humo de té Lapsang Souchong.
En la barra, una de las más completas de la Ciudad, se pueden descubrir rones, gins y vodkas de diferentes partes del mundo, así como también whiskies japoneses. Además, todos los días de 18 a 21, la “Hora del Cuervo” ofrece cócteles y tapeos especiales como una forma de disfrutar el after office o arrancar la noche sin prisa.
La propuesta gastronómica del bar acompaña el tono relajado con tapas reversionadas como las alitas crocantes con crema de rocoto, samosas de boniato, las empanadas de ojo de bife o los churros de mandioca. Dato: ofrecen 20% de descuento abonando en efectivo y no se cobra cubierto.
El restaurante: cocina contemporánea en clave íntima
Subiendo la escalera o por el ascensor vidriado con vista a la cava, el primer piso invita a descubrir el restaurante, un espacio elegante y cálido a la vez, con cortinados de terciopelo, mesas de mármol y salas privadas.
La cocina tiene una carta corta y estacional, donde destacan platos como las mollejas al kamado con crema de puerros, la trucha curada con manzana asada y vinagreta de eneldo, el magret de pato con terrina de mandioca o los agnolotti de centolla y langostinos con crocante de cajú.
La cava de Anasagasti propone un recorrido amplio y curado por más de 150 etiquetas que celebran la diversidad del vino argentino e internacional. La selección abarca desde vinos tranquilos hasta espumosos y champagnes, con presencia de bodegas de Mendoza, Salta y Patagonia, además de etiquetas internacionales provenientes de Italia, Chile y Francia.
Cada vino fue elegido para acompañar la experiencia gastronómica, con una carta que combina nombres consagrados con proyectos boutique y etiquetas difíciles de encontrar. Una invitación a descubrir el vino desde la amplitud, la coherencia y el placer de brindar bien.
Tanto el bar como el restaurante abre todos los días, incluso los lunes, lo que lo convierte en una de las pocas propuestas gastronómicas del barrio disponibles toda la semana.
El Omakase: la gran novedad del décimo aniversario
La novedad más reciente llegó en agosto, con la apertura del Omakase de Anasagasti en el renovado segundo piso. Ocho pasos guiados por el sushiman en un entorno íntimo, donde predominan las luces cálidas y un ritmo tranquilo que invita a entregarse al recorrido.
“Anasagasti siempre se caracterizó por generar nuevas experiencias, y creíamos que el omakase era perfecto para poder innovar constantemente”, explica Nicolás Pastore. A diferencia de otros formatos, la experiencia no se realiza en la barra sino en mesa, con una explicación detallada de cada paso y un servicio personalizado.
El menú cambia según la disponibilidad. Tiburón, pulpo, atún rojo, trucha, vieiras, navajas y distintas variedades de pesca blanca son algunas de las proteínas que rotan semana a semana. “Cuando le contamos al cliente que va a comer tiburón, se sorprende, pero esa curiosidad es parte de la experiencia: probar algo nuevo y descubrir que hay mucho más allá del salmón”, relata Nicolás Garófalo. La experiencia también puede adaptarse con opciones vegetarianas para quienes las requieran.
Eventos privados, sociales y corporativos: menús y espacios a medida
Más allá de sus tres propuestas, Anasagasti también se consolidó como espacio para eventos privados y corporativos. La casona ofrece distintos salones y ambientes -desde el bar hasta los salones privados del primer piso- donde se pueden realizar cenas, cócteles o desayunos empresariales, con menús diseñados para cada ocasión.
Las opciones incluyen tapeos, platos principales, cazuelas y postres, acompañados por coctelería libre o vinos seleccionados. “Buscamos que cada evento tenga la impronta del lugar: atención personalizada, buena música y una gastronomía cuidada”, destacan los socios.
Cada mes, además, el ciclo Vino & Jazz reúne a artistas y bodegas, en noches que combinan música en vivo, vino y buena cocina.
Diez años después de su apertura, Anasagasti sigue fiel a su espíritu original: un espacio donde conviven la historia, la coctelería y la cocina contemporánea. Tres pisos, tres experiencias y una misma esencia: la de disfrutar.
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